La
discusión sobre televisión digital terrestre (TVD) en nuestro país no
ha estado exenta de polémica. En las últimas sesiones, las comisiones
del Senado discutieron sobre el denominado apagón analógico, que
consiste en suprimir las emisiones en la banda VHF que hoy utilizamos,
para iniciar el uso del
espectro UHF, que permite mayor calidad de la señal. El apagón
analógico planteaba, sin embargo, el problema de exigir a los actuales
canales “cambiarse” de banda, lo que podría ser inconstitucional. Se
buscó entonces una nueva solución, pero ésta tampoco parece acertada
para el logro del objetivo inicial de esta normativa: ver mejor TV.
Desde el inicio de la tramitación se buscó no sólo trasladar a los canales abiertos dentro del
espectro radioeléctrico, sino también modificar las condiciones de su
regulación. Este punto ha generado críticas en el sentido de que
constituiría una vulneración al derecho de propiedad, al principio de
neutralidad tecnológica —cambio de tecnología no importa cambio de
regulación— y a la irretroactividad de la ley.
Salomónicamente, el legislador y el Ejecutivo “salvaron” la constitucionalidad del
proyecto acordando que los actuales canales abiertos deberán optar
entre mantener sus actuales concesiones —que no serían apagadas— o bien
“migrar” al nuevo sistema. Esta solución podrá ajustarse a derecho, pero
no es realmente apropiada si se considera que el objetivo principal de
esta ley es que los chilenos veamos TV de mejor calidad de imagen.
En
efecto, lo que trae la nueva ley para los viejos canales no es
auspicioso. Pierden el carácter indefinido de su concesión, no tienen
opción de renovación automática y se les exige porcentajes de cobertura
de 100%. Además, si bien se ha señalado que el “negocio” de la TVD es
distinto al de la analógica, lo cierto es que quienes se mantengan en
VHF no podrán pedir una concesión en la banda de alta definición, con lo
que se estaría vulnerando la libre iniciativa en materia económica
garantizada por la Constitución.
Por
lo anterior, los incentivos que tendrían los actuales concesionarios
para cambiarse a TVD no parecen suficientes (salvo porque podrán
transmitir más señales en los mismos 6 MHZ), ya que se establecen
obligaciones accesorias, campañas de utilidad pública, etc., altamente
costosas, mientras que la posibilidad de realizar nuevos emprendimientos
en el remanente del espectro estaría muy restringida.
Siendo
realistas, si los actuales canales deciden no migrar, la solución
planteada significará una postergación en la posibilidad de ver nuevos
contenidos, ya que probablemente los nuevos concesionarios tardarán
algún tiempo en salir al aire bajo las condiciones propuestas.
Así
las cosas, podría ser que tengamos una elaborada ley de TVD, pero que
al prender el televisor no haya literalmente nada que ver…